Nuestro camino heroico empieza cuando nos damos cuenta de esta situación. Vivimos cautivos de nuestro sufrimiento, cuando tomamos consciencia del cautiverio, actualizamos el arquetipo del vagabundo. El vagabundo emprende un viaje, huye del sufrimiento, se opone a las normas conformistas que lo mantienen prisionero y escapa. El héroe inicia su búsqueda, debe haber algo más, la vida se convierte en una aventura. Es el momento de probar cosas, de descubrir formas de pensar y actuar nuevas. Las leyendas referentes a los caballeros andantes, a exploradores y llaneros solitarios cristalizan este arquetipo necesario en la evolución. Si bien buscar no es sinónimo de encontrar, y el vagabundo debe dejar de huir del sufrimiento para enfrentarse a él.Cuando esto sucede actualizamos el arquetipo del guerrero. El guerrero se queda y combate para cambiar el mundo. La vida se convierte en un reto, un desafío que debe ser superado. Como guerreros perseguimos el poder, y el poder tiene dos caras, en la primera dominamos a los demás y es estéril, en la segunda dominamos y encauzamos nuestros instintos y prisiones y eso nos hace libres. El mundo clásico entronizó el arquetipo del guerrero como imagen heroica, pero un enfrentamiento no puede ser el final de un camino.
Sergio Villanueva .
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