Un encuentro con la música de Yngswie Malsteen un sábado de Invierno por la noche
Por Félix Gómez
Aunque no he sido un seguidor de su música, en un acto impulsivo en diciembre del 2014 compre una entrada para el concierto del legendario guitarrista de heavy metal Yngwie Malsteen para febrero del 2015 en el teatro pequeño Emmore en Sydney, El concierto fue suspendido y se postergo mediados de junio, quizás mi mayor motivación para volver a un concierto de heavy metal después de casi 3 décadas sin ir a uno fue mis recuerdos escuchando en casa de un amigo su disco Rising forcé a finales de los 80 me impresionaba la velocidad de sus riffs de guitarra y como introdujo la mezcla de música clásica con heavy metal llamado rock neoclásico , su aporte al mundo del heavy metal son innegables considerado por el Times entre los 10 mejores guitarristas en la historia del heavy metal su virtuosismo como guitarrista está más allá de cualquier discusión. Sin embargo a pesar de todos estos antecedentes a un mes antes del concierto no tenía mucha motivación de ir finalmente el día del concierto movido por una especie de culpa por haber gastado 100$ en el ticket decidí asistir a las 9pm un sábado frio de invierno y a una hora de mi casa me fui a Factory Teather un viejo y pequeño teatro donde se realizó finalmente. El concierto se inició con retraso en medio de un público mayoritariamente de cuarentones, cincuentones casi calvos todos y ávidos de heavy metal y de el tiempo pasado. El concierto finalmente se inició con el maestro de la guitarra haciendo gala de su virtuosismo la guitarra la lanzaba al aire, tocaba con la lengua las cuerdas, sus dedos sencillamente jugaban con la guitarra a una velocidad fuera de este mundo , ante un publico que entre cervezas y brazos alzados entraban en trance con el sonido de la guitarra. Sin embargo la calidad del sonido al parecer no era lo esperado por el Sr Malsteen quien comenzó a maltratar al joven que ayudaba detrás del escenario junto al técnico de sonido, hasta el punto que llego a lanzar la guitarra la cual termino en las manos maltrechas del ayudante de sonido quien hiso malabares para que la guitarra no se estrellara contra el piso, los demás músicos de la banda siguieron al lider en cuanto al maltrato y la agresividad. En el fondo la situación me parecía una parodia trágica cómica entre viejos melenudos intentando no perder la paciencia pero finalmente insultando a los miembros del estresado y humillado equipo de sonido del teatro.
Como en la canción de Marillion, me sentí completamente incomunicado más allá de que no conocía a nadie allí , era la sensación de que ni el músico ni su música me estaban transmitiendo una experiencia creativa o artística por el contrario sentí que el sonido especialmente de la guitarra me atacaba ,me agredía me aturdia y me alienaba. A pesar de que solo habían pasado 23 minutos de concierto en un momento de insight muy claro para mi me dije a mi mismo, Que coño hago yo en este oscuro antro? recordé entonces una frase de un poema de David Whyte que dice “renuncia a todos los mundos posibles menos al cual tu perteneces “,en ese momento respire profundo y me abrí paso con fuerza entre la gente molesta ya que nadie quería moverse ni darme un espacio para salir , cada quien estaba en su trance .La última imagen que me quedo del concierto fue las contorciones que hacia Malsteen con la guitarra mientras daba un giro para correr de nuevo al fondo del escenario para insultar de por décima quinta vez al pobre asistente de sonido. Al salir del salón sentí una gran libertad como si me hubiera liberado de una prisión voluntaria, al final del teatro un simpático portero maorí de Nueva Zelanda, me pregunto ¿cómo te fue Bro? a lo que le conteste, Oh Man, esto es demasiado ruido para mí, a lo que el hombre me sonrío con complicidad y escucha atenta, creo que estoy envejeciendo hace tres décadas atrás hubiera alucinado con este concierto pero ahora prefiero folk o algo más tranquilo, mejor me voy a casa a prepararme un café, escuchar algo de Pop o que se yo y luego a dormir, a estas alturas los dos estábamos riéndonos como niños. Esto experiencia me ha dejado una gran lección a mis 48 he aprendido aceptar mis cambios y a respetar me los suficiente como para no estar en espacios a los que yo ya no pertenezco aunque tenga al frente a unos de los mejores guitarrista de la historia del heavy metal, al llegar a mi casa una hora después me esperaba la sonrisa de mi hija y una buena taza de chocolate caliente , el sonido de la tetera y el calecfactor fue el mejor concierto que escuche esa noche y en mucho tiempo debo reconocer.
Como en la canción de Marillion, me sentí completamente incomunicado más allá de que no conocía a nadie allí , era la sensación de que ni el músico ni su música me estaban transmitiendo una experiencia creativa o artística por el contrario sentí que el sonido especialmente de la guitarra me atacaba ,me agredía me aturdia y me alienaba. A pesar de que solo habían pasado 23 minutos de concierto en un momento de insight muy claro para mi me dije a mi mismo, Que coño hago yo en este oscuro antro? recordé entonces una frase de un poema de David Whyte que dice “renuncia a todos los mundos posibles menos al cual tu perteneces “,en ese momento respire profundo y me abrí paso con fuerza entre la gente molesta ya que nadie quería moverse ni darme un espacio para salir , cada quien estaba en su trance .La última imagen que me quedo del concierto fue las contorciones que hacia Malsteen con la guitarra mientras daba un giro para correr de nuevo al fondo del escenario para insultar de por décima quinta vez al pobre asistente de sonido. Al salir del salón sentí una gran libertad como si me hubiera liberado de una prisión voluntaria, al final del teatro un simpático portero maorí de Nueva Zelanda, me pregunto ¿cómo te fue Bro? a lo que le conteste, Oh Man, esto es demasiado ruido para mí, a lo que el hombre me sonrío con complicidad y escucha atenta, creo que estoy envejeciendo hace tres décadas atrás hubiera alucinado con este concierto pero ahora prefiero folk o algo más tranquilo, mejor me voy a casa a prepararme un café, escuchar algo de Pop o que se yo y luego a dormir, a estas alturas los dos estábamos riéndonos como niños. Esto experiencia me ha dejado una gran lección a mis 48 he aprendido aceptar mis cambios y a respetar me los suficiente como para no estar en espacios a los que yo ya no pertenezco aunque tenga al frente a unos de los mejores guitarrista de la historia del heavy metal, al llegar a mi casa una hora después me esperaba la sonrisa de mi hija y una buena taza de chocolate caliente , el sonido de la tetera y el calecfactor fue el mejor concierto que escuche esa noche y en mucho tiempo debo reconocer.
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