miércoles, junio 27, 2007

Los Multiples Rostros de la Femenidad.

En 1999, el periodista Steven Daly escribió: "Juzgar la música de Tori Amos con los parámetros comunes es no tener la menor idea de qué se trata. Para los fans, que celebran la libertad con que la artista sigue a su musa por todo el mapa, un análisis pedestre jamás alcanzaría a rebajarla. En las páginas en Internet y en las revistas de admiradores todos se desviven por interpretar cada uno de sus versos, cada matiz de su obra; los cambios barrocos de tempo, las modulaciones de la voz y las metáforas retorcidas no hacen más que aumentar la intriga. Si bien es cierto que el trabajo de Amos atrae a los sedientos de confesiones públicas, hoy tan abundantes, su encanto implica una dimensión mucho mayor: Amos pertenece a una cultura que habitualmente es rechazada por aquellos que han sido idiotizados por las modas impuestas por los medios."
Es evidente que Tori Amos es un personaje extraño dentro del mundo del "rock", un hueso duro de roer para los periodistas y sus pares, si es que los tiene. Desafiando las clasificaciones, se expresa con una libertad envidiable, inmune a los ataques que pretenden reducirla a una tonta chica New Age, amiga de las hadas, que, por eso mismo, no puede ser tomada en serio. Su erudición en el terreno religioso, su profundo conocimiento de los mitos y su capacidad para analizarlos y desnudarlos con inteligencia, su sentido del humor y sobre todo su inagotable talento musical, son una piedra en el camino para los amantes de las descalificaciones insultantes. Afortunadamente, los que no son esclavos de la tan seductora como tiránica ironía están más que dispuestos a echarle un vistazo a su particular y rico universo.

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