sábado, abril 10, 2010

EL ABORDAJE DE DINA GLOUBERMAN

Relajación: Ejercicio Básico

Preparación: Despejar un espacio. Tómese un momento para darse permiso para reposar. Mental o físicamente, despeje un espacio que sea su territorio personal donde no pueda ser importunado por preocupaciones, llamadas de teléfono u otras exigencias externas o internas. Tenga en cuenta que si hubiera una verdadera emergencia, usted sería perfectamente capaz de responder de forma adecuada, pero de otro modo, no necesita ocuparse de nada en ese instante. Si hay algo que le preocupa, puede calmar su mente anotándolo en un papel al que volverá más tarde.

1. Empezar a relajarse. Tome asiento en silencio y concéntrese en la respiración. Suspire hondo unas cuantas veces, sintiendo que cada suspiro empieza por la parte superior de la cabeza y va bajando por su cuerpo hasta salir por las plantas de los pies. Tanto si los tiene abiertos como cerrados, rote los ojos hacia el techo y luego déjelos caer. Fíjese en cualquier tensión que tenga en el cuerpo y aflójela. Imagine que manda un aliento de paz a cada parte del cuerpo. Recuérdese a sí mismo que no tiene nada que hacer, ningún sitio donde ir ni nada de que preocuparse en este momento.
2. Relajar cuerpo y mente. Lleve la atención a cada parte de su cuerpo por turno. Pies, piernas, etc. Sienta como están y salúdelos. Ahora ténselos y note la sensación que produce; luego relájelos y deje que el aliento de paz vaya ahí. Luego diga: “El pié está relajado y pesa y a medida que el pié se relaja yo siento una profunda paz en mi interior”. O simplemente “Pesado y cálido, cálido y relajado”. A medida que vaya pasando a otras partes del cuerpo mencione también por las que ya ha pasado, por ejemplo “Los hombros relajados y tranquilos, el pecho y las piernas, relajados y tranquilos, los pies, cálidos, relajados y tranquilos”. Cuando llegue a la cara y la cabeza incluya el cuero cabelludo, los músculos que rodean los ojos, los labios, la lengua y la garganta. Deje que la relajación llegue a su mente. Imagine que hay una pequeña persona en su cabeza que barre todos los pensamientos y preocupaciones y los recoge en una pequeña pila de polvo. Usted siente el cosquilleo de la escoba en los pliegues del cerebro. Entonces la echa fuera de un soplido. Ahora esta personita tiene un bote de pintura lleno de luz blanca y pinta con ella el interior del cerebro.
3. Permitir que descienda la pesadez oscura y surja la ligereza. Si no tiene los ojos cerrados, ciérrelos y note que sus párpados son una persiana pesada y oscura que no podría levantar aunque lo intentara. Imagine que tiene una persiana oscura en la parte superior de la cabeza, estírela hacia abajo por el cuerpo y deje que la pesadez descienda hasta el suelo. Permite que desde el suelo se eleve una sensación de ligereza que le suba por el cuerpo hasta la mente. Que su mente o espíritu sean ligeros y salgan flotando, como a través de un agujero en la coronilla, como una nube en una tarde de verano.
4. Imágenes que inviten a la relajación. Cualquiera de las alternativas siguientes funciona de maravilla. Pruebe las dos. Fíjese que mientras la primera es rápida, directa e intensa, la segunda supone crear un sitio seguro o santuario, lo cual también resulta muy placentero y puede constituir un punto de partida para otros trabajos con imágenes.
Alternativa A: Entrar en un yo relajado. Piense en algún momento en que se haya sentido completamente relajado y a gusto consigo mismo o en alguna actividad que le haga sentirse de este modo. Podría ser algo tranquilo, como escuchar música, o activo como esquiar. Cuando obtenga un cuadro de sí mismo sintiéndose así, entre en la imagen y acompase su respiración con la de esa persona relajada.

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