sábado, mayo 08, 2010

VICTOR FRANKL

Viktor Emil Frankl nació en Viena, Austria el 26 de Marzo de 1905.

Viena era entonces capital del Imperio Austro-húngaro y la capital cultural e intelectual de Europa, siendo cuna de grandes músicos como Franz Schubert, los hermanos Strauss, Gustav Mahler, Antón Bruckner, e intelectuales y científicos como Sigmund Freud, Charlotte Bühler, Alfred Adler, Rudolf Allers, etc…

Segundo de tres hermanos, (Walter y Estela), Viktor creció en un ambiente familiar lleno de tradiciones y calor humano.
Sus padres, judíos, transmitían a sus hijos sus creencias y costumbres religiosas.
Desde muy pequeño mostró una gran inteligencia y sensibilidad. En su autobiografía relata cómo a la edad de cuatro años se despertó una noche sobresaltado con la idea de que él algún día tendría que morir. A partir de ese momento empezó a preguntarse acerca del sentido de la vida y a interesarse en cuestiones filosóficas.
Vivió las dos guerras mundiales. Los estragos de la primera, lo hicieron crecer en la escasez económica. A los once años de edad tenía que formarse a las tres de la mañana en las filas del mercado para conseguir el poco alimento disponible, su madre lo alcanzaba a las siete para que él pudiera llegar a la escuela.
A diferencia de sus hermanos, Víktor fue siempre un alumno que destacaba de la mayoría.

Como estudiante adolescente discutía temas filosóficos con Martin Heidegger y Karl Jaspers. Para Frankl la filosofía es una parte muy importante en la vida de todo ser humano, por lo tanto, nunca puede desligarse de la actividad psicoterapéutica.
Muy joven descubrió que su camino estaba en el mundo de la medicina. Ingresó a la facultad de medicina de la Universidad de Viena y se especializó en neurología y psiquiatría.

En ese tiempo empezó a estudiar los conceptos psicoanalíticos. Sigmund Freud era maestro de la Universidad y contaba con un gran prestigio y reconocimiento en el ambiente médico e intelectual. Sin embargo Frankl no estaba de acuerdo con la postura determinista de Freud ni con su visión reduccionista del hombre y le discutía -por correspondencia- con convicción a pesar de tener apenas 18 años. Freud respondía cada una de sus cartas y lo invitó a publicar su primer artículo en la Revista Internacional de Psicoanálisis.
Inicia junto con sus maestros Rudolf Allers y Oswald Schwartz centros de consulta para atender a los jóvenes afectados por los efectos de la primera guerra mundial: desempleo, falta de oportunidades, cuadros depresivos, intentos de suicidio… La iniciativa del joven médico fue bien recibida en otras ciudades europeas como Praga, Zurich, Berlin y Frankfurt.
La riqueza humanística y científica de esos años, motivaron a Frankl para escribir un trabajo en torno a las relaciones entre la psicoterapia y la filosofía existencial que entonces se cultivaba en Europa. En él señala la necesidad de incorporar en la terapéutica los aspectos de corte existencial y filosófico que están presentes en el horizonte del paciente.

Al graduarse Frankl se unió al grupo de Alfred Adler quien fundó la segunda escuela de psicoterapia vienesa –psicología individual- partiendo de los conceptos psicoanalíticos pero tomando en cuenta los aspectos sociales que intervienen en el desarrollo de la personalidad. Para Adler el ser humano está motivado por la búsqueda de poder movido por un complejo de inferioridad. Frankl no coincidía en que esa fuera la principal motivación del hombre y siguiendo como siempre su propio camino fundó la tercera escuela de psicoterapia vienesa a la que llamó Logoterapia.
Es nombrado director de neuropsiquiatría del Rotschildspital de la ciudad de Viena.. Como neurocirujano realizaba operaciones de cerebro y como psiquiatra atendía todo tipo de patologías, mas por las circunstancias que se vivían en esa época, se ocupaba de miles de casos de depresión e intentos de suicidio.

Dentro de sus conceptos Frankl incluye, a diferencia del resto de los teóricos de la psicología -incluso los humanistas- el aspecto doloroso de la existencia como algo intrínseco a nuestra naturaleza humana y como oportunidad de desarrollo, aprendizaje y sentido.
Como si el destino hubiera querido probarlo, es llevado durante la segunda guerra mundial (1942), a los campos de concentración nazis y vive el holocausto. Mueren en diferentes campos su madre, su padre, su hermano, su cuñada y su esposa Tilly con quien se había casado apenas hacía nueve meses.
“Me encontraba solo con mi existencia literalmente desnuda” dice Frankl, despojado de sus seres queridos de su profesión, de sus pacientes, de su querido hospital, de su hogar, de todas sus pertenencias, incluyendo el manuscrito que estaba a punto de publicar.
Todo su sentido anterior estaba perdido en ese momento….y apareció un nuevo sentido:
¡Sobrevivir¡

Se prometió a sí mismo que no se quitaría la vida como muchos de sus compañeros.

Se propuso aprender algo de aquél terrible lugar para después ponerlo al servicio de la humanidad.

Tomó la tarea de ofrecer sus servicios como médico y psicoterapeuta.
No era nada fácil cumplir sus propósitos. Vivió esos dos años y medio como el prisionero 119 104. Comiendo solo un plato de caldo aguado y una pequeña ración de pan. Trabajando largas jornadas en climas extremosos – fríos de 20 ° bajo cero- y todas las carencias imaginables. Presenciando atrocidades, enfermedades y muertes día tras día.
Frankl se apoyó en varios aspectos para lograr sobrevivir:

La experiencia del amor: El amor que sentía por su familia y por su esposa le daban la fuerza para continuar luchando. Así, escribiría después, “el amor es la meta más elevada y esencial a la que puede aspirar el ser humano…la plenitud de la vida humana está en el amor y se realiza a través de él”.

La vivencia de la naturaleza –esperaba con ansia el momento del atardecer en el bosque bávaro- ya eso daba sentido a su día.

La experiencia del arte –se reunían en los pocos ratos libres a recitar poesías, a cantar o recordar obras de teatro.

El sentido del humor fue también un elemento importante para la supervivencia: contaban chistes y se reían de la alegría que les daba oir las sirenas que anunciaban bombardeos, ya que éso les autorizaba a interrumpir el pesado trabajo.

El sentido del pasado: no para quedarse en él sino para poder soportar la pobreza espiritual del aquí y del ahora, enriqueciéndolo con vivencias anteriores.

La vivencia de la espiritualidad: Oraba cotidianamente y en la barraca, cuando era posible, rezaban en grupo y cantaban los salmos en hebreo. Para Frankl, la oración es un diálogo íntimo con el más íntimo de los amigos.

Y por último, la soledad –esos breves momentos en que podía recuperar algo de su intimidad y privacía-.

Al terminar la guerra el 27 de abril de 1945, Frankl pudo constatar nuevamente que estaba destinado a vivir ‘para algo’. La camioneta del cuerpo de rescate suizo cerró las puertas cuando ya le tocaba a él el turno de subir. Tuvo que esperar varias horas más a que llegara la próxima, la espera le pareció eterna. Cuando al fin llegó se enteraron de que la camioneta anterior era otro engaño para llevar a más judíos a la muerte.
Tuvieron que pasar varios meses para que Víktor Frankl pudiera sobreponerse a las experiencias vividas y a sus pérdidas para regresar a trabajar a la Policlínica de Viena. Allí dicto –entre lágrimas- a varias enfermeras lo que había sido su vivencia en los campos de concentración. Esta publicación que originalmente se llamó "Un psicólogo en un campo de concentración" es la que conocemos como “El hombre en busca de sentido”, misma que ha sido publicada en 18 idiomas.

Frankl nunca imaginó que el nombre de este libro estaría inscrito alguna vez en la biblioteca del Congreso en Washington D.C. ¡en la lista de los 10 libros que han cambiado el curso de la humanidad¡

Desde entonces se dedicó a escribir –hay aproximadamente 25 libros escritos por él- , a dar conferencias alrededor del mundo, a hacer psicoterapia, a entrenar logoterapeutas, y a transmitir su mensaje tal como se lo propuso al ingresar al campo de concentración.
El 18 de julio de 1947 contrae matrimonio con Eleonore –Elly- Schwindt con quien comparte su misión y su obra el resto de su vida.

El mismo año fue nombrado Profesor Asociado de neurología y psiquiatría en la facultad de medicina de la Universidad de Viena.

Fue maestro invitado de la Universidad de Harvard y de varias universidades alrededor del mundo que le otorgaron más de 20 títulos Honoris Causa.
Murió en Viena de fallo cardiaco el 2 de Septiembre de 1997. Vivió 92 años muy activos y llenos de sentido, dejándonos un legado de amor a la vida y esperanza hacia el ser humano. Para Víktor Frankl, mientras hubiera vida y voluntad habría la luz de la esperanza.
Le sobreviven su esposa Elly, su hija Gabriele, su yerno Franz Vesely y sus nietos Alexander y Katharine, todos involucrados y comprometidos con la misión de la Logoterapia: iluminar con la luz del sentido.
 

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