domingo, julio 23, 2017
INTELIGENCIA SOCIAL
SUTHERLAND
2 SURF 2017
Una Carrera
icono
al sur de Sídney
Por Félix Gómez, M.D
Hoy domingo
23 de julio se corrió el clásico Sutherland 2 Surf
(carrera anual al sur de Sídney )y este
es el quinto año que corro los 11km del,
un hermoso recorrido donde personas de todas las edades salen a correr,
caminar y disfrutar . Una comunidad que hace deporte y que se desarrolla
intelectualmente desarrolla altos de
niveles de organización como este evento
donde hay voluntarios que generosamente
invierten su tiempo coordinado con la policía y el servicio de
ambulancias permiten integrar una experiencia donde la comunidad crece . Las sociedades como los individuos desarrollan sus propios mecanismos de resiliencia, crecimiento y recursos. El deporte es una práctica que
permite creer rituales sociales de
convivencia y de reconocimiento y es una hermosa manera de conectarnos con una
inteligencia social que puede mejorar nuestra
salud física y mental.
viernes, julio 14, 2017
jueves, julio 13, 2017
miércoles, julio 12, 2017
BRUCE SPRINGSTEEN 2017
Unas semanas antes de
Acción de Gracias, un soleado día de finales de otoño resplandece sobre el
centro de Jersey. La temperatura de quince grados me anima a entrar en el
garaje para poner en marcha mi moto y aprovechar los últimos coletazos de buen
tiempo para dar una vuelta. Me dirijo al sur hacia Manasquan Inlet. Una gran
tormenta ha azotado durante dos días la costa oriental, arrastrando las aguas
del océano hasta las dunas herbosas del borde del paseo marítimo y llevándose
consigo una porción significativa de mi antigua playa de vuelta al mar todavía
revuelto y encrespado. El embarcadero por el que, en las oscuras noches de
finales del verano, mi hermana y yo
caminábamos cautelosamente de puntillas está cubierto ahora por unos diez
centímetros de arena mojada sobre negras rocas, lo que convierte en una pequeña
aventura avanzar con botas de motorista por su irregular superficie.
Aquí, en noviembre, el
sol se pone por el lado sudoeste –Point Pleasant– de la ensenada, desenvainando
y esgrimiendo una espada resplandeciente hacia el norte, a través de las
grisáceas aguas de la ensenada, hasta llegar a la parte de Manasquan. Aquí me
encuentro ahora, sentado en el embarcadero, justo en la punta de dicha espada.
Mientras las olas lamen las rocas bajo los tacones de mis botas, esa espada se
quiebra en esquirlas de luz dorada bajo las aguas, fragmentándose en pequeños
soles, microcosmos de la fuente divina que da vida a nuestro planeta.
Aquí me encuentro
entre amigos conocidos y desconocidos, me siento acogido. Somos todos partes
del mismo paisaje. Una bienintencionada jauría de niños en edad escolar, viejos
con sus detectores de metales, perros, surfistas, pescadores, gentes de Freehold
que tienen en Manasquan su salida al mar, los chicos tras los mostradores del
Carlson’s Corner, los incontables extraños que se quedan en sus coches, en fila
de cara a la ensenada. Al otro lado de alguna de esas ventanillas podría estar
sentado el alegre y desconcertado fantasma de mi viejo, soñando con otra vida
en otro lugar, cualquier lugar, muy lejos de toda la bondad que nos deparó y de
sus hermosos tesoros.
Ahora este es mi sitio, otra pequeña herencia
agridulce. Mientras el sol se oculta entre una masa de nubes de color gris
azulado, enciendo el motor de mi moto, me pongo y me sujeto el casco, me
protejo el rostro con mi bufanda, me despido con gesto teatral y salgo del pequeño
pueblo de Manasquan para incorporarme al tráfico de las cinco de la tarde en la
Ruta 34. El sol ya se ha puesto y llega la fría noche. En un semáforo, me subo
la cremallera de mi chaqueta de cuero hasta el cuello, noto el tacón de la bota
sobre el caliente tubo de escape con envoltura aislante de mi V-twin, que deja
un rastro de goma quemada y despide una vaharada de humo azulado que asciende
en espiral hacia el fresco aire otoñal.
El semáforo cambia a
verde y la carretera crepita y retumba bajo mis pies mientras voy sorteando los
puntos de la autopista donde el alquitrán se ha expandido con el calor del
verano y luego, al enfriarse, ha dejado crestas irregulares, una serie de
pequeños baches allí donde las placas de asfalto se encuentran. Retumbo,
retumbo, retumbo… pop… retumbo, retumbo, retumbo… pop. Con cada «pop» salto
sobre mi asiento, y de repente me remonto a los tiempos en que daba vueltas y
más vueltas por el camino de pizarra azulada que rodeaba el convento de Santa
Rosa, esperando, anhelando escuchar una vez más la voz de mi abuela llamándome
al anochecer.
Escucho… pero esta
noche el pasado se desvanece y solo existe la voz del presente hecha de chispas
y pistones de combustión… fría y dulce mecánica. Avanzo entre el torrente de
luces de la gente que vuelve de sus trabajos y cuyos coches pasan a escasos centímetros
de mi manillar izquierdo. Me dirijo hacia el norte por la autopista hasta que
el tráfico disminuye, y ya solo mi faro delantero ilumina la carretera y las
rayas blancas… rayas blancas… rayas blancas… Mi alto manillar «cuelgamonos»
hace que mis brazos se extiendan hacia fuera y se eleven a la altura de los hombros,
exponiéndome más libremente a la fuerza del viento y su brutal abrazo, mientras
mis manos enguantadas redoblan su agarre bajo el nuevo firmamento nocturno. El
cosmos empieza entonces a centellear vivazmente en el crepúsculo sobre mí. Sin
carenado, un vendaval de cien kilómetros por hora me golpea firmemente en el
pecho, presionándome contra el respaldo de mi asiento, amenazando sutilmente
con arrancarme de estos trescientos kilos de acero rodante, recordándome que
los próximos instantes de mi vida no están garantizados… y también lo buenas
que son las cosas, este día, esta vida, la suerte que he tenido, lo afortunado
que soy.
Enfilo la salida de la
autopista y me adentro por una oscura carretera secundaria. Enciendo las luces
largas y escruto los llanos campos de las granjas por si aparece algún ciervo.
Todo está despejado, y piso con fuerza el acelerador, me apresuro a volver a
los cálidos brazos del hogar.
Springsteen, Bruce (2016-09-27).
Born to Run (edición en lengua española): Memorias (Spanish Edition) . Penguin Random House Grupo Editorial
España. Kindle Edition.
BRUCE SPRINGSTEEN 2017
"El árbol brota, sus
ramas se engrosan, maduran, florecen. El relámpago deja en él sus cicatrices,
el trueno, la enfermedad, los sucesos humanos y la mano de Dios lo azotan.
Ennegrecido, crece de nuevo hacia la luz, elevándose a más altura hacia el
cielo mientras se arraiga profunda, firmemente. Un cuadrado de tierra mohosa,
cincelado sobre el asfalto del aparcamiento al borde de la acera, era todo lo
que quedaba. Todavía se distinguían algunas raíces serpenteantes, levemente
sepultadas bajo el polvo y la tierra, y allí se veía claramente el arco de mi
árbol, el arco de mi vida. La vida de mi gran árbol no podía ser aniquilada ni
borrada por un edicto del condado ni por un hacha. Su historia, su magia, eran
demasiado antiguas, demasiado fuertes.
Como las de mi padre, mi abuela, mi tía
Virginia, mis dos abuelos, mi suegro Joe, mi tía Dora y mi tía Eda, Ray y
Walter Cichon, Bart Haynes, Terry, Danny, Clarence y Tony, mi propia familia
desaparecida de estas casas hoy habitadas por extraños: permanecemos. Permanecemos
en el aire, en las raíces polvorientas y
la tierra profunda, en el eco y las historias, las canciones del lugar y la
época en que hemos vivido. Mi clan, mi sangre, mi lugar, mi gente. Una vez más
bajo la sombra del campanario, allí de pie sintiendo sobre mis espaldas el alma
vieja de mi árbol, de mi pueblo, regresaron a mí unas palabras y una bendición.
Las había canturreado sin pensar, una y otra vez, vestido con mi chaqueta verde,
mi camisa color marfil y mi corbata verde de todos los discípulos reacios de
Santa Rosa. Esa noche acudieron a mí y fluyeron de un modo distinto. Padre
nuestro, que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, venga a nosotros
tu reino, hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. Danos hoy
nuestro pan década día y perdona nuestros pecados como nosotros perdonamos a
quienes nos ofenden, y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal…
a todos nosotros, por los siglos de los siglos, amén.
He luchado toda mi vida,
he estudiado, tocado, trabajado, porque quería escuchar y conocer la historia
completa, mi historia, nuestra historia, y comprenderla lo mejor posible. Quise
comprenderla para librarme de sus influencias más dañinas, sus fuerzas
malévolas, para celebrar y honrar su belleza, su poder, y ser capaz de contarla
bien a mis amigos, a mi familia y a ti. No sé si lo he logrado, y el diablo
siempre acecha a nuestra espalda, pero sé que esta era la promesa de juventud
que me hice a mí mismo y que te hice a ti. Y ha sido mi misión todos estos
años. La he presentado como una larga y ruidosa plegaria, mi truco de magia.
Esperando que hiciese tambalear tu alma para luego ser traspasada a otros, para
legar su espíritu, para ser leída, escuchada, cantada y alterada por ti y por
tu sangre, para que reforzase y ayudase a dar sentido a tu historia. Y ahora ve
y cuéntala ".
Springsteen, Bruce (2016-09-27). Born to Run (edición en
lengua española): Memorias (Spanish Edition) (Kindle Locations 7760-7763). Penguin Random House Grupo Editorial
España. Kindle Edition.
BRUCE SPRINGSTEEN 2017
‘Una noche tuve un
sueño. Estoy en escena dándolo todo, la noche está al rojo vivo y mi padre, que
lleva tiempo muerto, está sentado tranquilamente en una butaca de pasillo entre
el público. Entonces… estoy arrodillado a su lado, y por un instante ambos vemos
al hombre en llamas del escenario. Toco su antebrazo y le digo a mi padre, que
durante tantos años permaneció sentado y paralizado por la depresión: «Mira,
papá, mira… ese hombre en el escenario… eres tú… así es como yo te
veo».
Springsteen, Bruce (2016-09-27). Born to Run (edición en lengua
española): Memorias (Spanish Edition). Penguin Random House Grupo Editorial
España. Kindle Edition.
sábado, julio 08, 2017
EXILIADO
TRANSMIGRACIÓN
Cuando deje esta jungla, espíritu mío,Tú también la dejaras.Me llevare las barras de plataY las joyas de la doteY la cafetera forjada con restos de metalDel ultimo monzón.
Debemos prepararnos para encontrarRestos descompuestos en medio del follaje.No debes huir a pesar de toda la carneQue tengas que oler.
Ni andar en busca de algún compañero.
Estamos juntos en esto,Como los gansos nocturnos y las estrellas.
Cuando tengamos que atravesar el ríoNo te dejes arrastrar por la corriente.
Al llegar al campo habrá milesComo nosotros. Si alcanzo el aviónTendrás que seguirme por los caminosY pastizales de los Estados Unidos.
Esta vez no atravesaremos el agua en el lomoDe un búfalo, como hacíamos hace anos,Ni buscaremos los mangos más dulces.
Soy una refugiada, tu también. LloraPero no te quejes.Hemos atravesado la puerta.
***
Mai Der Vang. Afterland. Graywolf Press, 2016
martes, julio 04, 2017
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