sábado, abril 05, 2008

LA MENTE NO ESTA EN LA CABEZA .

POR FRANCISCO VARELA .
Uno de los más brillantes científicos chilenos. Fallecido recientemente, fue doctor en Biología de la Univ. de Harvard, neurobiólogo, investigador y docente en varias prestigiosas universidades y Director del Centro Nacional de Investigación Científica de París; padre de la actriz Leonor Varela, es autor de muchos libros entre ellos, El Arbol del Conocimiento junto a Humberto Maturana.


Lo primero es lo que denomino el punto clave de la encarnación. Esto en contraste con la perspectiva imperante hoy en día basada en la metáfora computacional , en que la mente es considerada como el software y el cuerpo como el hardware. Lo que aquí denomino mente es cualquier fenómeno relacionado con la mentalidad, la cognición, y en último término con la experiencia. Uno de los más importante avances en la ciencia en los últimos años es la convicción de que no podemos tener nada que se asemeje a una mente o a una capacidad mental sin que esté totalmente encarnada o inscrita corporalmente, envuelta en el mundo. Surge como una evidencia inmediata, inextricablemente ligada a un cuerpo que es activo, que se mueve y que interactúa con el mundo.Puede que esto les parezca obvio, pero en el mundo de la investigación han prevalecido otras ideas, especialmente la metáfora computacional a la que antes me referí. Es necesario romper con esa tradición ya que hay toda una serie de argumentos para afirmar que la mente no es un programa, un software, una manipulación de símbolos basada en determinadas reglas. Para resumir brevemente, aquí va mi primer lema: La mente no está en la cabeza. Esta idea surge como consecuencia del redescubrimiento de la importancia del estar encarnado.Ahora bien, ¿por qué esto es así? Responde a una lógica muy precisa: una vez que hayan comprendido que para que exista una mente tiene que haber manipulación e interacción activa con el mundo, entonces tenemos un fenómeno incorporado y activo, y cualquier cosa que denominemos un objeto, una cosa en el mundo, las sillas, las mesas, las personas y las caras y todo lo demás, depende totalmente de esta constante manipulación sensorimotriz. No podemos captar al objeto como si simplemente estuviera "ahí afuera" en forma independiente. El objeto surge como fruto de nuestra actividad, por lo tanto, tanto el objeto como la persona están co-emergiendo, co-surgiendo.Voy a presentarles un ejemplo para que vean que no se trata de algo metafórico: hace algún tiempo, Held y Hein llevaron a cabo un experimento clásico con dos gatitos, ciegos al nacer en dos canastas. Cada gatito fue colocado dentro de una canasta y cada día eran paseados durante algunas horas dentro de ésta; es decir, ambos gatitos fueron expuestos al mismo ambiente. A uno de los gatitos se le permitió que mantuviera las pata fuera de la canasta y que caminara, al otro se lo mantuvo arropado dentro de ésta. Dos meses después los gatitos fueron puestos en libertad. El gatito a quien se le había permitido caminar se comportó como un gato normal. El otro no reconocía los objetos, se caía por las escaleras y chocaba contra las sillas. Prácticamente se comportaba como si estuviera ciego, aunque sus ojos estuvieran intactos. ¡La conclusión que no hay que sacar es que los gatos ven con los pies! La conclusión que hay que sacar es que el espacio surge como producto del movimiento. Esta es una constatación absolutamente extraordinaria: el espacio, esta cosa frente a nosotros que parece absolutamente objetiva, el pilar de la objetividad en física, es totalmente inseparable del hecho que tenemos que manipularlo a través de una conducta sesorimotriz. Hay un sinnúmero de ejemplos que puedo describir aquí que permiten desarrollar este mismo tipo de argumento. En mi libro De cuerpo Presente hay una descripción detallada de cómo esta noción se puede aplicar a la percepción y a la calidad del color, nuevamente una propiedad totalmente co-emergente.Transformemos este lema "La mente no está en la cabeza" en una lógica más estructurada: La cognición está enactivamente encarnada. "Enactiva" es una etiqueta que utilizo aquí en su sentido literal ya que la cognición es algo que producimos por el acto de manipular, por medio de una manipulación activa: es el principio fundacional de lo que es la mente. Como traté de mostrar anteriormente, esto implica una profunda co-implicación, una co-determinación entre lo que parece estar afuera y lo que parece estar adentro. En otras palabras, el mundo ahí afuera y lo que hago para estar en ese mundo son inseparables. El proceso los vuelve totalmente interdependientes, como vimos en el ejemplo de los gatitos.Esta perspectiva de la mente como enactivamente encarnada tiene dos consecuencias ya que, si la mente no está en la cabeza, ¿dónde diablos está? Este es precisamente el punto: es en este lugar de la co-determinación entre lo interno y lo externo, luego no podemos decir que está afuera o adentro. La otra consecuencia que se deriva de esto y que ha sido menos enfatizada, es que la mente es inseparable del organismo como un todo. Tendemos a creer que la mente está en el cerebro, en la cabeza, pero el hecho es que el ambiente también incluye al resto del organismo: incluye el hecho de que el cerebro está íntimamente conectado con todos los músculos, con el esqueleto, los intestinos y el sistema inmunitario, los flujos hormonales y así sucesivamente. Hace de todo el conjunto una unidad sumamente apretada. En otras palabras, el organismo como una red de elementos totalmente co- determinados determina que nuestra mente sea, literalmente, inseparable, no sólo del ambiente externo, sino también de aquello que Claude Bernard denominó el milieu intérieur, el hecho de que no sólo estamos dotados de un cerebro sino de todo un cuerpo. Si ustedes provienen de esa tradición de la filosofía de la mente según la cual la mente es algo que ocurre en la cabeza, puede que esto les parezca bastante sorprendente. Por ejemplo, en el pasado , los filósofos se entretuvieron hablando de cerebros en un recipiente, un cerebro en un tubo de ensayo provisto de alambritos. Es divertido, la comunidad filosófica anglo-americana ha pasado muchas horas discutiendo este tipo de cosas, pero cuando vemos el estado del arte de la investigación, todo el argumento parece extraño porque con una mente en un tubo de ensayo no puede haber mente. Lo que tendríamos es una actividad neural completamente incoherente, porque no podría tener la funcionalidad de lo que realmente hace, el manejo y la interacción constante con el cuerpo y el ambiente que le da sentido.


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*Tomado de El Fenómeno de la Vida, Francisco Varela, Dolmen Ediciones, Chile, 2000.
*Existe una magnífica y esclarecedora entrevista sobre este tema a Francisco Varela, hecha por Cristián Warken en La Belleza del Pensar, poco antes que el científico muriera.

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