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miércoles, junio 27, 2007

Tory Amos :Entre el ridículo y la genialidad, siempre

Tori Amos nació en Carolina del Norte en 1963, hija de un pastor metodista y de una descendiente de Cherokees. Ambas tradiciones se fundieron en ella para dar lugar a una original simbología propia, que le ha valido no pocas críticas y no pocas burlas; Amos parece inmune a esos ataques, dispuesta a exponer sin ambages su particular visión de las cosas. Un detalle que los detractores no parecen querer admitir: la dama posee una inteligencia feroz, un enorme talento musical y un sentido del humor encantador.
Amos toca el piano desde los dos años y medio. Entre los cinco y los once fue entrenada, gracias a una beca, en el prestigioso Conservatorio Peabody en Baltimore (del que, por otra parte, fue expulsada amablemente -léase: no se le renovó la beca- debido a su marcada insubordinación musical, su amor por el rock y su libertad creativa); y creció con la música de Fats Waller, Nat King Cole,
John Lennon y Jimi Hendrix. En uno de sus tantos sencillos incluyó su versión de "If Six Were Nine", de Hendrix, en la que toca el piano a través de un amplificador Marshall. También tocó la bella "A Case of You", de Joni Mitchell y "Strange Fruit", cuya intérprete más célebre fue Billie Holiday. Amos explica por qué Amos explica por qué se atrevió a recrear esas canciones: "Para mostrar que todo es posible, y permisible, para mí, como cantautora. Son mis raíces. Joni fue parte de mi vida desde el momento en que la oí. [...] Lo que Jimi Hendrix representó para mí era "sé todo lo que sos". Yo había idolatrado a Jesús y después fue Hendrix. No existe diferencia en términos de la fuerza del sentimiento. Y "Strange Fruit" está ahí porque eso es el Sur, donde nací y me crié y aquí experimenté esa clase de racismo directamente. Como mujer blanca en el Sur yo experimenté muchas formas de odio racial, muy profundamente, y mi abuelo también, debido a su ascendencia Cherokee. Entiendo muy bien la energía de esas tensiones raciales". Amos conoce a fondo la nociva ambigüedad sureña: su encanto y su perversión surcan de manera inquietante toda su música. "Las cosas huelen tan deliciosas en el horno," explica, "los perezosos días estivales y los grillos y las madreselvas y las magnolias, los rododendros. No querés ver cuán crueles las personas están siendo unas con otras. Es mucho más duro porque están como en una pintura impresionista, así que todo está como silenciado, aunque se encuentra escandalosamente roto. Se parece mucho a las relaciones. Todo da la sensación de ser muy hermoso y luego podemos hacernos cosas los unos a los otros que están muy lejos de ser bellas."
A su temprano retiro de la música clásica le siguieron años de interpretación de standards de Gershwin en un piano bar gay de Washington D.C.. En los '80, dejó el opresivo entorno familiar (que la enfrentó definitivamente al patriarcado cristiano y a una de sus obras más traumáticas: la supresión del sexo en la mujer), se mudó a Los Angeles, abandonó el piano y formó una banda de metal, Y Kant Tori Read (una deformación de "Why can't Tori read?", es decir, ¿Por qué Tori no sabe leer?), el único verdadero fiasco de la carrera de Amos. El grupo lanzó un disco lamentable a través de Atlantic Records. "El punto más bajo de mi carrera", admite Tori. "De niña prodigio a broma musical, en veinte años. ¿Cómo se concilian ambas cosas?". Herida por las críticas, decidió volver al piano a escribir las canciones que se convertirían en su primer disco solista, Little Earthquakes (que sería editado finalmente en 1992). En Atlantic todos estaban tan confundidos con el súbito cambio de dirección que decidieron enviarle el material a su distribuidora en el Reino Unido, Eastwest Records. En un departamento de Londres, Amos tocó sus canciones frente a Max Hole, ejecutivo de la compañía, y un devoto fan de Kate Bush, que la contrató inmediatamente. A los 27, finalmente Amos parecía haber encontrado su identidad musical, o al menos una pista firme. El debut, coproducido por Amos junto a Eric Rosse, es un interesante disco confesional con bellas melodías, uno de cuyos temas más conocidos es "Me and a gun", donde Amos narra las circunstancias de un secuestro y violación que sufrió a los 22 años. La traumática experiencia tuvo como resultado su participación en el proyecto RAINN, de ayuda a las víctimas de violaciones, abuso e incesto. Cuando en 1993 un tal Kurt Cobain editó el tema "Rape me" (Violame), la reacción de grupos similares a RAINN fue de inmediato rechazo, incluso a aceptar las regalías de la canción. La reacción de Amos fue más inteligente: "Hablé públicamente sobre el tema porque pensé que era muy claro de qué se trataba. [...] Es una canción desafiante. Pero lo más atemorizante para una víctima de violación es la expresión 'Violame'. Cuando la oí por primera vez rompí en un sudor frío, pero cuando superás eso te das cuenta de que lo que él está haciendo es enfrentar a la gente con el tema."

Tory Amos .

Los Multiples Rostros de la Femenidad.

En 1999, el periodista Steven Daly escribió: "Juzgar la música de Tori Amos con los parámetros comunes es no tener la menor idea de qué se trata. Para los fans, que celebran la libertad con que la artista sigue a su musa por todo el mapa, un análisis pedestre jamás alcanzaría a rebajarla. En las páginas en Internet y en las revistas de admiradores todos se desviven por interpretar cada uno de sus versos, cada matiz de su obra; los cambios barrocos de tempo, las modulaciones de la voz y las metáforas retorcidas no hacen más que aumentar la intriga. Si bien es cierto que el trabajo de Amos atrae a los sedientos de confesiones públicas, hoy tan abundantes, su encanto implica una dimensión mucho mayor: Amos pertenece a una cultura que habitualmente es rechazada por aquellos que han sido idiotizados por las modas impuestas por los medios."
Es evidente que Tori Amos es un personaje extraño dentro del mundo del "rock", un hueso duro de roer para los periodistas y sus pares, si es que los tiene. Desafiando las clasificaciones, se expresa con una libertad envidiable, inmune a los ataques que pretenden reducirla a una tonta chica New Age, amiga de las hadas, que, por eso mismo, no puede ser tomada en serio. Su erudición en el terreno religioso, su profundo conocimiento de los mitos y su capacidad para analizarlos y desnudarlos con inteligencia, su sentido del humor y sobre todo su inagotable talento musical, son una piedra en el camino para los amantes de las descalificaciones insultantes. Afortunadamente, los que no son esclavos de la tan seductora como tiránica ironía están más que dispuestos a echarle un vistazo a su particular y rico universo.