jueves, marzo 10, 2011

LAS DIOSAS DEL DESENSO

Las Diosas de cada  mujer  en el siglo  XXI
Parte II
El  descenso de Perséfone  
Por Félix Gómez ,M.D

Marian tiene 30 años, es delgada, de mirada fiera y triste al mismo tiempo. Es una refugiada de Irak y forma parte del grupo “Emocional support for  women refugees with trauma” que se reúne todos los jueves en Sydney, debido a que fue abusada sexualmente por mas de 20 soldados ingleses y americanos, mientras  su padre y tres hermanos fueron decapitados  frente a ella. Marian ha enfrentado la depresión junto a dos intensos de suicidio. Su viaje  por los mundos del trauma, la depresión y la locura de la guerra ha dejado profundas  heridas  en su alma, pero también  mucha  fortaleza. Actualmente estudia leyes en  Australia y forma parte de un movimiento por la paz  para  el medio oriente. Después de 5 años, por primera vez se reencontró de nuevo con su madre y su hermana menor en Sydney, quienes finalmente obtuvieron el visado. Su historia y su vida como la de tantas mujeres refugiadas, abusadas sexualmente, violentadas  y humilladas sin el menor respeto por el más básicos de sus  derechos humanos me ha estremecido y puesto en contacto con la capacidad destructiva  de la sombra humana,  la cual, al no ser integrada en términos generativos, se vuelve simplemente un chacal interno que busca constantemente una presa.  

La historia de Marian  evoca en mí el conocido mito griego de Perséfone y Deméter: la madre y la hija, o la Kore y la Madre, inseparables, viviendo en una primera constante  en valles de luz. Perséfone fue un día tragada a lo profundo de la tierra, al ser raptada y violada por su propio tío Hades, el Señor del Inframundo,  bajo la aprobación de su propio padre Zeus, quien vio en su hermano un buen partido para su hija. Deméter, la diosa de la fertilidad y las cosechas, enloquece de dolor y busca a su hija por todo el mundo, desesperada. Finalmente es Hécate, la hechicera Señora de la Noche, quien se apiada de ella y le confiesa  que su hija está atrapada en el Inframundo. La  madre, llena  de ira, sube al Olimpo donde le reclama a Zeus su decisión, al mismo tiempo que condena a  toda la tierra a no producir frutos ni alimento de ninguna clase hasta que su hija sea devuelta. Las sequías comienzan a diezmar a los hombres, y éstos comienzan a morir. Zeus y los demás dioses comienzan a preocuparse: no porque les importe mucho los hombres, si no por quiénes les van a ofrecer sacrificios si se quedan sin devotos.Zeus, finalmente, decide a enviar a Hermes, el dios de la Persuasión, a negociar con Hades, quien deja a Perséfone irse del inframundo, no si antes comer una granada (símbolo del matrimonio, para muchos estudiosos ). El mito termina con Perséfone regresando  con su madre, viviendo un tiempo con Deméter  y el otro con su esposo Hades, reinando como señora de los infiernos.

Esta historia es una interesante metáfora acerca de cómo la doncella que podríamos en este caso estar hablando de una joven feliz y optimista de la vida─, con un futuro brillante, es súbitamente raptada hacia el inframundo. Esto puede ocurrir por la muerte de alguien muy cercano, un secuestro como se describe en la película venezolana Secuestro Express, un trauma psicológico por violencia o abuso sexual , una migración traumática, una  enfermedad mental. Cualquiera de estos acontecimientos llevan a la joven Perséfone a un cambio de  identidad profunda que la convierten en la reina del “inframundo” . Yo pienso en términos del inframundo como una metáfora que describe la depresión  y la psicosis oscuras, llenas  de espectros y fantasmas. Me recuerda los pasillos fríos de un domingo por la tarde en cualquier hospital psiquiátrico del mundo, y las “Perséfone” que los habitan, atrapadas, a su vez, en sus mundos.

El arquetipo de Perséfone conecta a las mujeres con un profundo sentido de intuición y de percepción “extrasensorial”. Un ejemplo clásico es el de Allison Dubois, la autora del libro Secret of the Monarch, quien ha ayudado al FBI a resolver muchos crímenes ante la incredulidad de la comunidad científica, inspiradora de la exitosa  serie de televisión "Medium". Otro caso que me impresiona, de la presencia del Arquetipo de Perséfone, es el Immaculle Ilibagiza, una sobreviviente del holocausto que sufrió Ruanda, quien estuvo escondida en un pequeño baño  por tres meses, rezando el rosario junto a doce mujeres atrapadas en una matanza que acabó con 800.000 seres humanos en menos de esos tres meses. Sin embargo, esta mujer salió al mundo con una visión que la llevó a mudarse a EEUU, donde se convirtió en una conferencista con un mensaje de paz y perdón que ha cambiado la vida de miles en todo el mundo. Su  libro, que ha sido un bestseller en todo el mundo,  llamado" Sobrevivir para contarlo"  es un libro que estremece y nos conecta con el poderoso arquetipo de Perséfone como reina del Inframundo que regresa en primavera a danzar y a reír con su madre Deméter, señora de la Primavera  y las Bendiciones.

El crecimiento a lo largo de nuestras vidas está lleno de separaciones de personas que amamos, pero que muchas veces nos impiden tanto crecer como hacernos cargos de nuestras vidas. Y como en el caso de Deméter y Perséfone, la separación es parte de una preparación dura pero necesaria para encontrar el camino personal. No es casual que las mejores terapeutas son mujeres conectadas con el arquetipo del Perséfone, que han regresado de experiencias difíciles y han sabido recuadrar y darle sentido a sus vidas. Desde mi punto de vista, son trances hipnóticos generativos donde ellas han integrados sus polaridades y han entrado en un campo evolutivo y creativo que las lleva a un nivel de conciencia poderoso y vital. Recuerdo, con afecto y respeto, cómo muchas de las alumnas y pacientes que he tenido el honor de acompañar, en sus “descensos” al fondo de sí mismas, han enfrentado sus propios “hades”, regresando a la vida renovada y conectada con una visión integrada de sus regalos y sus heridas, enriqueciendo con su trabajo la vida de muchos.

1 comentario:

  1. ¡Excelente artículo!

    Para sanarse, evolucionar y crecer en real realización del Ser-que-se-Es, es necesario bajar a nuestro inconsciente y a nuestro averno, verter Luz, elevar e integrar lo que sea factible de tal operación y desintegrar lo no-integrable.

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