lunes, septiembre 03, 2007

Los niños pobres de las orquestas venezolanas, estrellas en ‘El País’

Algunos buscan respiro, como María Victoria Chirinos Varela, de siete años, la más pequeña del grupo. Se abraza al violín en el asiento y se sorprende cuando le preguntan si es aconsejable para dominar su instrumento no llegar a tocar el suelo con los pies, como ella. “No”, responde, “cuando se alcanza el piso, también puedes tocar”. No sabe quién es Chaikovski, pero sí conoce su música. En cambio ha oído hablar de Mozart: “Era un señor muy alocado, de pura risa, que murió con 36 años”, cuenta.
María Victoria quiere ser violinista, de hecho mira sorprendida a su interlocutor cuando le pregunta qué desea ser de mayor. Les pasa a las decenas de chavales a quienes se demanda lo mismo. Si no músicos, aspiran siempre a algo de enjundia: jueces, profesores, médicos. En una palabra, saben que les espera un futuro. Como María Verónica Betancourt, de 10 años, la arpista de la selección de este año. “De mayor tocaré el arpa o estudiaré idiomas. Me encantaría aprender inglés, italiano, argentino y mexicano”, asegura con inocencia.

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