lunes, septiembre 03, 2007

Los niños pobres de las orquestas venezolanas, estrellas en ‘El País’.


Era feliz. Así que se propusieron ver hasta dónde era capaz de llegar. Hoy esa niña es la pionera de un coro que actúa regularmente por toda Venezuela demostrando que hay pocas cosas imposibles. Su actuación es tan sencilla como emocionante: a su lado, niños con voz cantan. Ellos mueven las manos y traducen a su lenguaje lo que suena al tiempo, en una comunión de ritmo y expresión increíble.
Poco a poco, Barquisimeto se convirtió en un centro puntero de educación especial, y el conservatorio de la ciudad, en el que Johnny Gómez no fue admitido como alumno en su día, es hoy liderado por él. Allí aprenden niños sordos, ciegos, con deficiencias físicas, mentales. Es alucinante, por ejemplo, escuchar sus ensambles de percusión con sordos. O contemplar al grupo Lara Somos, con algunos componentes ciegos y con principios de autismo.
Los invidentes aprenden muy rápido, poseen una ultrasensibilidad sonora. Tanto que los niños normales, más atrasados que ellos en la música, quieren saber su secreto. “Creen que la clave está en esos papeles que ellos tocan y nos piden aprender Braille porque creen que avanzarán mucho más”, comenta Gómez. Con todas estas experiencias, los profesores han llegado a una conclusión crucial para enseñar: “Que las discapacidades pueden ser intelectuales y sensoriales, pero nunca emocionales, que es lo principal para aprender música”, explica Johnny Gómez: “El alma no tiene discapacidad”.

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