martes, diciembre 24, 2013

METAFORAS


               CUENTOS Y METÁFORAS TERAPEÚTICAS PARA EL CAMBIO.

La metáfora es una representación simbólica y totalizadora de un problema o una situación, que se basa en la experiencias que son universales porque pertenecen a la naturaleza o la vida cotidiana. Al ser una representación simbólica corresponde también al lenguaje del cerebro derecho en donde, como los símbolos ES lo que representa y, por lo tanto, al transformarse se transforma también eso que representaba.

Al utilizar una metáfora nos comunicamos con los demás al menos en tres niveles. El primero, el textual, evoca al segundo que es más profundo y tiene un significado universal. Este, a su vez, evoca un tercero que es individual y se refiere a lo que es relevante y significativo para cada persona de acuerdo con su historia y sus características. Este último puede ser inconsciente. Por ejemplo, si hablamos de sentirnos atrapados en un hoyo, sin poder salir, ésta metáfora hacer recordar a todos los que la escuchan la sensación de atrapamiento, pero además, hará revivir a cada quien las situaciones particulares en que ha estado atrapado en su vida.

De esta manera, comunicándonos en distintos niveles y en forma indirecta, podemos referirnos a vivencias profundas y reconstruirlas. Erickson era experto en manejar este tipo de comunicación utilizando experiencias de la vida cotidiana.

El uso del lenguaje metafórico para transmitir conocimientos es casi tan antiguo como la humanidad. Los pueblos primitivos observaban la naturaleza, la imitaban, personificaban a los animales y a los elementos naturales y los incorporaban a su vida. En algunos grupos, se daba a los guerreros nombres de animales salvajes lo cual implicaba que esas personas poseía las características de ese animal y debían imitarlo. Con frecuencia esto se mezclaba con elementos mágicos o religiosos.

También se utilizan las metáforas en sociedades más avanzadas. Cuando nacía una niña azteca, la partera que la recibía le decía con admiración y cariño que era “una piedra de jade, una pluma preciosa”. Detrás de tan sencilla frase estaban implicadas, entre otras cosas, la creencia de que cada niño que nace lleva en sí una parte de la divinidad, la veneración y el respeto por cada persona individual,  la responsabilidad que los padres y toda la comunidad tenía que pulir esa piedra y cuidarla como algo valioso. Los mismo aztecas al identificar a sus guerreros como el águila o el tigre (caballeros águilas o caballeros tigre), establecían qué comportamiento esperaban de ellos en las batallas y en la vida diaria.

Los libros sagrados de las diferentes religiones emplean metáforas para transmitir sus enseñanzas, al igual que la poesía, los cuentos de hadas y la literatura en general.

Cuando trabajamos con metáforas, recorremos caminos individuales que al mismo tiempo son universales. Puede ser que aparezcan de modo espontáneo en el lenguaje de cada persona y entonces sólo tenemos que seguirlas, como en el capítulo 2 segunda parte, en donde conté del paciente que me decía haber sufrido “heridas profundas” y continuamos hablando de que las heridas cicatrizan y cómo hay que cuidarlas. En otras ocasiones, yo introduzco la metáfora que me parece adecuada para sugerir lo que creo necesario, por ejemplo, al evocar el momento en que aprendimos a caminar, hablar de cómo los animales pueden aprender a pelear o a decir que los árboles CRECEN continuamente aunque no nos demos cuenta; que por su tronco duro circula savia suave, que las raíces le sirven para mantenerse SEGUROS y firmes en su lugar durante las tempestades y para TOMAR de su alrededor lo que les hace falta para CRECER.

Teresa Robles.

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